Publicada por Editorial Candaya, ‘Mandíbula’ es como un avión en pleno vuelo lleno de turbulencias.

 

La perversión humana tiene matices. Es una paleta de colores. Del más claro al más oscuro. Y de esa gama se vale y da cuenta Mandíbula, la más reciente novela de la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda (Guayaquil, 1988), publicada por Editorial Candaya.

De manera natural, esta historia, que narra el secuestro de una alumna por parte de una profesora, en venganza al suplicio y al martirio ejercido por las estudiantes dentro de la clase, puede encajar fácilmente como un thriller. Ese tipo de historia que genera ansiedad en el lector. Miedo. Terror.

Algunos críticos han coincidido y le han puesto la etiqueta de “novela psicológica”. Otros han ido más allá y le han dado la bendición como una historia sin tabúes, que trata de soslayo el amor lésbico entre adolescentes en un colegio del Opus Dei. Adolescentes que se autodescubren y descubren el mundo. Adolescentes que consumen sin parar creppypastas (Breves historias de horror gestadas en Internet que se vuelven virales).

Mandíbula es eso y mucho más. Un avión en pleno vuelo lleno de turbulencias. Una creppypasta hecha novela marcada por el dolor. Una historia que discurre fácilmente entre la prosa fluida que le imprime su autora. Una historia con muchos visos poéticos y uno que otro ensayístico, que le dan el tono necesario para que este ambicioso experimento, tras 288 páginas, logre salir avante hasta el punto final.

Con Mandíbula, Ojeda, que es egresada del máster en creación literaria de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona -donde ahora es profesora-, confirma la capacidad de la que ya dio muestra en sus anteriores novelas La desfiguración Silva y Nefando. Talento por el que fue escogida dentro de la lista de Bogotá 39-2017, como una de las escritoras menores de 40 años con mayor proyección en Latinoamérica.

Mandíbula, editada en 2018, además de otros reconocimientos recogidos al finalizar el año, fue escogida entre las 10 novelas finalistas al Premio Vargas Llosa. Concurso al que se presentaron 426 obras de 20 países. Entre los finalistas también destacan la colombiana Laura Restrepo y el mexicano Álvaro Enrigue. El fallo del premio, con una dotación de 100.000 dólares, se entregará a finales de mayo.

*Reseña publicada en la revista Lecturas, de El Tiempo, domingo 21 de abril, de 2019

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