Bucarest en 48 horas

En la capital rumana hay algo más que fútbol, recuerdos de un dictador comunista y de la plasticidad de Nadia Comaneci.

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La fila era larga. Esperé y me hice en el último lugar de ese gusano de personas. Debajo del Bine ati venit, que daba la bienvenida en rumano, escrito en letras amarillas sobre el muro, cada uno iba pasando para ser recibido en un cubículo por dos agentes de inmigración. El tarjetero de Free Cards estaba vacío.

Minutos antes había aterrizado en Bucarest. Y mientras llegaba mi turno, pensaba cómo sería este lugar hace 20 años, cuando la revolución de 1989, que estalló en Timisoara -al occidente de Rumania-, alcanzó la capital rumana para derrocar al gobierno comunista de Nicolae Ceaucescu, terminando así con cuatro décadas de influencia de la ex Unión Soviética en ese país.

¿Cómo sería entrar a uno de los últimos miembros de la llamada Cortina de Hierro? La oficial indicó que me acercara a su cubículo. Este gesto me sacó de la historia que estaba tejiendo en mi cabeza. En ella, este periodista era un espía de una novela de Tom Clancy, en una misión en Bucarest, durante la Guerra Fría.

Publicado por Revista Don Juan, Seguir leyendo

 

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