Jorge Carrión: el coleccionista de Librerías

Como finalista del Premio Anagrama de Ensayo 2013, el escritor español Jorge Carrión rinde un sentido homenaje a las librerías. En el libro, el autor -viajero consumado- recorre los cinco continentes para reflexionar sobre la vida de las tiendas de libros. Mientras en París o Nueva York algunas han pasado de ser centros culturales a íconos turísticos, en otras ciudades del mundo muchas cierran sin más remedio que el olvido. Entrevista.

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Publicado en revista Gaceta de El País, 8 de diciembre de 2013

 

La huella de Bolaño

Visitar la exposición Archivo Bolaño: 1977-2003, que está abierta hasta el 30 de junio en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), y que luego irá a Nueva York y Madrid, es como entrar en un túnel que conduce a la mente del escritor chileno, reconocido por novelas como Los detectives salvajes y 2666. Al cumplirse diez años de su muerte, la muestra le rinde un justo homenaje y subraya lo que el autor pregonaba en vida: “El único deber de un escritor es escribir bien”.

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Publicado en Gaceta – El País

 

El invierno de Paul Auster

Foto de Carles Mercader

A primera vista Paul Benjamín Auster da la impresión de ser un dibujo de Matt Groening. Ojos saltones, dos entradas sobre la cabeza que dejan ver más de su amplia frente, pelo hacia atrás, cejas arqueadas, nariz prominente, boca lineal y mentón con algo de sombra de barba lo hacen ver como si fuera otro habitante más del Springfield de Los Simpson.

El cuerpo alto, que muestra una incipiente barriga, más del trazo de Groening, viste hoy un pantalón negro, chaqueta y camisa del mismo color. Como accesorio, una bufanda vino tinto contrasta el tono oscuro de sus ropas. La tela cuelga de su cuello y protege del frío y del viento al escritor estadounidense (New Jersey, 1947), mientras los fotógrafos lo siguen con sus cámaras por el patio del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona  (CCCB) hasta subir al mirador del edificio, en el quinto piso, desde donde se ven los tejados del antiguo barrio chino de la ciudad y el revoloteo de las palomas que pareciera que apuntan al cagar.

Con más de 30 obras publicadas, una variopinta suma de novelas, ensayos, poesía, cuentos y relatos, el ganador de, entre otros premios, el Príncipe de Asturias de las Letras 2006, y cientos de miles de libros vendidos en todo el mundo, es recibido y tratado como una estrella del rock. Hasta las gafas oscuras de piloto, que ocultan su mirada, lo hacen ver de esa forma. “Disculpen que no se las quite, su religión y la resaca así se lo impiden”, acota medio en serio-medio en broma su editor, Jorge Herralde.

Y pensándolo bien, Auster bien podría considerársele como un viejo roquero. No de guitarras o bajos, pero sí de teclear máquinas de escribir –no tiene computador–, que comenzó en el oficio cuando tenía 12 años. No es un rockstar de los que descabeza murciélagos con su boca, pero sí un escritor que hace lo mismo pero con la vida, a través de las obras que crea en sus historias. No es un músico, pero sí compone partituras mediante su literatura que se leen como novelas, relatos, guiones de películas, cuentos y hasta poesía. Aunque ésta últimamente la limite sólo para su familia y ocasiones que comparta con ellos en su vivienda del barrio Park Slope en New Jersey.

En una sola palabra, Auster es un artista en todo el sentido de la misma. Nadie mejor que él para definirlo. “Personas como yo, vivimos atormentados por lo que vemos y cómo no lo entendemos, ahí es cuando surge la enfermedad. Y la única manera de afrontar esa enfermedad es desahogándonos en el alguna forma de arte. Pero hay que tener claro que la escritura no sirve para curar heridas, acaso para tratar de comprenderlas”. Y eso precisamente es lo que trata de hacer en su más reciente libro, Diario de invierno.

Es de mañana en la capital de Cataluña. En el barrio el Raval las sombras se inclinan sobre sus dueños, gracias a un tibio sol. El frío gélido de hace unos días, que puso los termómetros debajo del cero y que nos hizo tiritar en la calle, como si estuviéramos confinado por Stalin en Siberia, se ha ido, pero a la ciudad ha llegado Auster para recordarnos que todavía es invierno afuera de nuestras casas. Para decirnos que aún hace frío afuera de nuestras vidas. Sí, porque adentro nuestro está el calor con lo que vivimos y creemos es lo correcto, pero afuera es invierno. Hace frío.

(Para seguir leyendo haz clic aquí, en Gaceta (El País, 11 de marzo, 2012)

Martín Caparrós: “Escribo porque es mi forma de estar en el mundo”

Desde la terraza del Hotel Condes de Barcelona, en el cruce del Paseo de Gracia con la calle Mallorca, se contempla un paisaje sin igual de la época modernista de esta ciudad. En primer plano la fachada de La Pedrera y, al fondo, La Sagrada Familia. Los dos edificios, ideados y construidos por Gaudí, también estaban aquí, cuando en 1980, Martín Caparrós llegó a Barcelona para probar suerte.

“En esta ciudad me fue mal y me fui sin saber adonde. Entonces estaba exiliado en España y unos amigos me prestaron una casa en Valsaín, un pueblo de Segovia, y ahí comencé a escribir mi primera novela”, recuerda el escritor argentino que, por su reciente obra Los Living, sucede al colombiano Antonio Ungar como ganador del XXIX Premio Herralde de Novela.

Caparrós, con su mostacho imperial, camisa, chaqueta y pantalón negro, está feliz. El cronista no niega esa alegría pues desde ahora forma parte del “Herralde Dream Team”. “¿Cómo decirlo? Uno se hace el tonto porque en un momento como este hay que ser caballero y mostrar cierta displicencia, pero a mí me importa mucho ganar este premio, que está más lejos del dinero y más cerca de las palabras. Me honra hacer parte de la lista de ganadores y la felicidad es completa, porque, mirá vos, fue en la edición 29, que es mi número de la suerte -nació un 29 de mayo de 1957-“.

Es casi medio día en Barcelona, ciudad a la que Caparrós ha regresado muchas veces, debido a sus numerosos viajes e incontables crónicas por el mundo. Bajo un tibio sol otoñal -la lluvia ha dado tregua-, en lo más alto de este hotel, que ocupa dos palacetes del siglo XIX, el autor termina una tapa de langostinos envueltos en hilo de papa con salsa tártara. Me da su mano de dedos flacos y largos. Nos sentamos a la sombra y comenzamos a hablar. Del premio, de la escritura, de la crónica y, por supuesto, de fútbol, con el hincha de Boca Juniors que lleva dentro.

Para un escritor y reconocido seguidor de Boca Juniors, ¿qué se celebra más, un campeonato de Boca o el Premio Herralde de Novela que acaba de ganar?
Sería muy populista decir que un título de Boca. Sin embargo, mirá vos, esto me da un placer mucho más personal y mucho más sostenido. Dentro de años seguiré recordado y será de algún modo constitutivo. Lo pensaba hace un ratito, hay amigos muy queridos que se ganaron este premio, Juan Villoro, Alan Pauls, y en varias situaciones, en las que hemos coincidido, dicen: “Fulano de tal, ganador del Premio Herralde”, eso es algo que va a seguir sucediendo durante años, es para toda la vida. Y eso tiene su fuerza. Lo que tiene en cambio, en contra, es que no hay un momento, como cuando, no sé, Palermo le hizo el tercer gol a River, el 24 de mayo del año 2000, en que sucede y ¡pum!

¿El éxtasis del hincha con el gol es más efímero que un premio literario?
¡Claro! El gol o el final de un partido importante es un momento extraordinario. En cambio, esto del Premio es como más lento. Te dicen: “Estás finalista”, “puede ser”, “bueno, deberías pensar en la posibilidad de ir”, pero no tienes ese momento del gol.

¿Dónde estaba? ¿Quién se lo comunicó? ¿En qué momento?
Lo que pasa es que es muy raro porque nunca me dijeron que me habían dado el premio. Siguen sin decírmelo (ríe). No, porque tienen su sistema rarísimo, de verdad, me habían dicho que tenía muchas chances y bueno, este, como estaba la posibilidad, me dijeron que si podía venir a Barcelona, para estar hoy aquí. Me mandaron un pasaje para que viniera, pero no me dijeron que lo había ganado. Y siguieron sin decírmelo, yo llegué el sábado y no me dijeron nada. Ni vi a la gente de Anagrama hasta hace una hora. En ningún momento me dijeron: “ya te ganaste el Premio, hasta que nos sentamos frente a la prensa y lo hicieron público”. Es más, cuando llegué y vi a Herralde, él me dijo: “Todavía estamos esperando el llamado de un jurado a ver si te lo ganaste o no”. (risas). Fue como una situación extraña, porque estaba casi seguro de que lo había ganado, porque sino ¿para qué me iban a invitar a todo esto? Pero podía que ser fuera un finalista y que hubiera otro…

¡Claro! que lo hubieran invitado a Barcelona para definir por penales…
Sí. (ríe).

Retrocediendo en su carrera, recuerda el momento en que escribió su primera novela y además de escribirla, publicarla, ¿cómo vivió ese instante?
Bueno, fueron dos novelas distintas. La primera que escribí no fue la primera que publiqué. Lo recuerdo mucho, la primera la escribí aquí en España, pero la terminé dos años después. Estaba exiliado aquí y no tenía contactos ni manera de hacerla publicar. Tenía 23 ó 24 años. Cuando volví a Buenos Aires, ya tenía otra, que también escribí aquí y conseguí un editor para esa.

¿En qué año regresó a Buenos Aires?
Volví en el… 83. Esa otra novela se llamaba Ansay o los infortunios de la gloria y esa fue la primera que publiqué, aunque fue la segunda que escribí. Y, claro, me acuerdo del día en que salió. Fui a la imprenta para ver los primeros ejemplares… para mi fue especial. Después la reeditó Seix Barral.

¿Por qué escribir? ¿Para qué escribir?
Escribo porque es mi forma de estar en el mundo. Hay gente que cuando se le ocurre algo, se le ocurre como un color o una forma, como una melodía, a esos los envidio muchísimo, a mí se me ocurren las cosas como frases y pienso el mundo en términos de frases. Entonces, lo único que sé hacer es poner frases. Una al lado de la otra. Me da mucho gusto hacerlo, me importa hacerlo y quiero seguir intentándolo, pero no para nada, sino porque es lo que hago. Ojalá sirviera para algo, pero no es eso lo que hace que lo haga. Lo hago porque me siento de mucho mejor humor, a las seis de la tarde, si durante el día escribí un par de páginas.

¿Alguien me dijo que esto de ser escritor era como ser Robín Hood… porque se trata de “robarle historias, quitárselas, a los ricos en ellas y entregárselas a los pobres… de historias. ¿Qué opina de esta metáfora?
Es simpática, pero no sé si estaría muy de acuerdo porque se me ocurren demasiadas objeciones para decir una por una. Pero, para empezar, uno saca historias de todos lados pero no necesariamente allí, en donde hay riquezas, uno es un depredador mucho menos discriminado, depreda por todos lados, empezando por uno mismo y aquellos que reciben eso, no necesariamente son los pobres en historias, sino cualquiera. No, no lo puedo pensar desde la distribución del relato. Me gustaría, pero no…

Además de la novela, usted es un maestro de la crónica, ¿el género de la crónica tiene el poder de engendrar varias novelas?
No, a mí no me pasa. A mí lo que sí me pasa es que hay cosas que se me ocurren para ficción y otras que se me ocurren para no ficción. Pero no es que, cuando voy a escribir una crónica, de pronto digo: “ah es que, con esto, en realidad podría hacer una novela”. Nunca me pasó. O que voy, como algunos dicen, compilando, este, historias o personajes que después pueda usar en las novelas. No, no me sucede. Sí me sucede que cuando se me ocurre un tema o una cuestión ya viene con la información de sí va a ser ficción o no ficción. No es que se me ocurra un tema y después diga “¿Qué hago con esto? Cuando se me ocurre ya es parte de una novela o de una crónica.

¿Más o menos, ya está preconcebido?
Sí, ya viene con todo el aparato, no incorporado, sino que forma parte de la idea el hecho de que sea una novela o una crónica.

Usted también es un apasionado por el fútbol… literatura y fútbol es un tema recurrente en su carrera. Y creo que concuerda con el escritor mexicano Juan Villoro en la idea de que es muy difícil hacer del fútbol, literatura, porque en sí, ya está contenida esa idea de épica dentro del mismo juego…
Sí, yo suelo decir que el fútbol es un relato tan bien armado que es difícil hacer de eso un relato por otros medios. Es un relato hecho de eso, de corridas, de pelotazos y de una épica propia que, después para trasladarla a otra, como es la estructura narrativa de un texto, tiene sus problemas. Pero, sin embargo, hay maneras de intentarlo. Ahora, ya que hablabas de Villoro, vamos a publicar el año que viene, una correspondencia (electrónica) que tuvimos durante el Mundial de Sudáfrica. Saldrá a mediados del 2012 y me da mucho gusto, porque hablar de fútbol es una excusa para hablar de todo. Y en esas cartas lo hacemos un poco.

¿Con qué editorial?
(Ríe) Ya te contaré. Hoy es un día Anagrama.

Ya para terminar… si pudiéramos hablar del Boca actual, ¿qué le pasa por la cabeza?
Bueno, siempre fue el equipo más popular de la argentina. Sabés que es muy curioso que en la historia del fútbol siempre hubo en las ciudades importantes el equipo popular y el equipo, por decirlo de una manera, más elegante. De una época, además, en la que había una, como decía entonces, una cultura baja y una alta, una cultura proletaria y una burguesa, porque estos equipos se consolidaron en los años 10 y 20 del siglo pasado, según la época en que la dicotomía entre esas dos formas culturales era muy visible y eso sucede en todos lados: aquí con el Barcelona y el Español, más o menos; en Madrid con el Real Madrid y el Atlético, sin ninguna duda; en Bogotá con Millonarios y Santa Fe, en Cali, la verdad no sé como es el asunto…

América es el equipo popular y el Cali, el de más abolengo…
O.K., pero eso se ha ido difuminando últimamente, porque se han ido rompiendo esas barreras. La cultura burguesa ha hecho propia la cultura popular, la ha mercantilizado, se la fagocitado de alguna manera y eso pasa también en el fútbol. Aún así, Boca tiene esa característica principal, pero se está deshaciendo. En el caso de Boca hubo un presidente, Mauricio Macri, que ahora es el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que decía claramente que quería transformar al equipo en un club fashion. Y, de hecho, en buena parte lo consiguió. Hasta aumentó el costo de las entradas. Tanto que muchos de los que van ahora a la cancha son turistas y algún día los demás se van a dar cuenta que los que tiene alrededor son australianos, franceses, brasileros. Pero es una pena, porque eso que te decía, que es lo primero que uno piensa cuando piensa en Boca, se está perdiendo y si este proceso sigue así, puede llegar a deshacerse. Y entonces, este, va a ser un despilfarro de 100 años de cultura popular…

Como los poetas recitan siempre sus versos, los futboleros recitamos alineaciones, ¿cuál de Boca es su favorita?
La que primero aprendí, que era la del 63 o 64: Roma, Silvero, Marzolini, Simeone, Rattín y Silveira, pero después ya se complica, de ahí para adelante, los otros cinco cambiaban más… y, sin duda, debería poder rehacer alguna de las alineaciones de Bianchi, que incluyen a los tres colombianos que fueron muy decisivos en la mejor época de Boca de toda su historia.

¿No le hace falta River a Boca en la Primera del campeonato del fútbol argentino?
Síiííí, qué se yo, hace falta, uno extraña un poco ver el Boca-River, pero el placer de verlos en la Primera B, es tan grande, que uno acepta que no se juegue el Boca-River. Es tan extraordinario. Es lo mismo que te decía con el Premio Herralde al principio, que capaz, dentro de 10 años, me van a presentar, no sé, en una universidad en Cali. “Martín Caparrós, ganador del Premio Herralde 2011, no sé qué…”, de la misma manera, River, dentro de 20 ó 30 años, va seguir siendo aquel equipo que una vez se fue a la B. Son cosas que no se terminan nunca, son placeres para toda la vida… infinitos.

Fotos de María Teresa Slanzi / Anagrama
Entrevista publicada en la revista Gaceta de El País.
(Domingo, 20 de noviembre de 2011).
Haz clic en el enlace y, cuando abra la ventana, si no se despliega la revista, dale enter en el mismo url, para ver la entrevista como salió publicada en la revista.

La ‘Decencia’ de Álvaro Enrigue

“Y ahora yo qué hago”. Esa fue la pregunta con la que el escritor mexicano Álvaro Enrigue comenzó su intervención tras la introducción que hizo el editor de Anagrama, Jorge Herralde, durante la presentación de la más reciente novela del autor de Hipotermia y Vidas perpendiculares en la Casa Amèrica Catalunya.

Decencia se titula esta nueva novela de Enrigue y con la honestidad que corresponde al escritor, el mexicano se explayó en los porqués de su historia. Desde la multitud estuvo allí y quiere compartir la voz del autor. A veces algo tan importante como la escritura del mismo. Las fotos son de la página de Facebook de la Casa Amèrica Catalunya.

Parte 1: “Este un libro que cuenta una historia familiar, básicamente…”.

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Parte 2: “Es una novela que pretende ver al siglo mexicano para ver qué pasó. ¿Cómo coños llegamos adonde estamos ahora…”.


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Parte 3: “Creo que la novela celebra tanto como condena los pésimos usos del sistema político mexicano del siglo XX…”.

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Parte 4: “Las novelas se escriben para ser escritas, nada más. Y para ser leídas. No sé si sean dispositivos que explican cosas. Una novela es una máquina del lenguaje que sólo se explica a sí misma…”.

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Parte 5: “Las novelas siempre tardan muchísimo…”.

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Parte 6: “Mi identidad catalana se reduce a un cuadrito que teníamos pegado en la pared de nuestra casa que decía Johan Cruyff… era un autógrafo enviado a México por un pariente de la familia desde Barcelona…”.

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Parte 7: “Decencia es una novela que me tomó mucho tiempo escribir…”.

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Parte 8: “Contar una historia es suficientemente difícil como para ponerse exquisito…”.

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Conversación con Herralde

Anagrama, la ya legendaria y prestigiosa editorial fundada por Jorge Herralde Graú, a finales de los 60, recién hizo público el nombre del ganador del Premio Herralde de Novela en 2010, el colombiano Antonio Ungar, por su libro Tres ataúdes blancos. Pero como Desde la multitud no sufre de la prisa ni de las ligerezas y menos prontitudes, lo que en África llaman “el mal de los blancos”, al paso lento de siempre he decidido rememorar una charla que tuve con el editor en Bogotá, con motivo de la Feria del Libro de 2007, publicada en el diario El Tiempo el 28 de abril de ese año. Una conversación que no pierde vigencia sobre el oficio de editar, que el mismo Herralde denomina “El oficio infatigable”.

¿Cómo es el proceso de encontrar nuevos valores en la escritura?

Un editor es un lector profesional y con los años la percepción se va afinando. Leyendo la primera página de un manuscrito se sabe si allí hay escritor o no. Luego hay que seguir leyendo para ver si, además de escritor, hay libro.

De sus autores, ¿hay unos más difíciles de editar?

En realidad no tanto. Los autores extranjeros ya han pasado el proceso de edición en su país, ahí simplemente es traducir e intentar que sea lo mejor posible. Y con autores en lengua española, en realidad nunca hemos tenido problemas, porque ellos entienden que siempre lo que hacemos es en favor del texto.

¿Recuerda una anécdota que haya tenido con alguno?

En el caso de Roberto Bolaño, en Los detectives salvajes, me pasé un fin de semana devorando la historia. Este enorme libro tenía muchos minicapítulos, pero había cuatro que yo pensaba que necesitaban un poco de tijera. De los cuatro, en dos Bolaño me hizo caso y en los otros dos fue muy testarudo. A él le gustaban así. Entonces le dije: “El libro es tuyo… adelante”, pero en un plan de gran cordialidad.

Y en cuanto a los títulos, ¿de dónde salen?

A mí me divierte mucho cambiar el título y como ya hay algunos autores que lo saben, incluso me lo piden. Me pasó con Enrique Vila-Matas y su libro El viaje vertical. Antes se llamaba de otra manera. El viaje vertical era mejor, pues, por otra parte, era una coletilla que salía en varias ocasiones dentro del libro.

¿Qué busca en o con un título?

Una cosa muy fácil y difícil, que sea pertinente, que sea atractivo, que no traicione al libro y que vaya a la esencia de la obra.

¿Qué le gustó de Bukowski?

La rabia, la honestidad profunda, el gusto por el ‘wild side’, una cosa muy desgarrada y auténtica, expresada en una sintaxis muy limpia pero, al tiempo, calculada.

¿Y de Hanif Kureishi?

La primera obra que leí de él fue El buda de los suburbios. Me gusta mucho, pero estamos esperando otro Do de pecho. El lector de Kureishi está esperando una gran novela, que creo es en la que está trabajando y que me tiene que mandar en un mes.

¿Qué hay en el horizonte literario, en autores y títulos?

Hay un grupo de jóvenes escritores británicos, bastante cuajados, como Irvine Welsh, que desde Trainspotting, junto con Bukowski, es el representante por excelencia en Anagrama del paseo por el lado salvaje y luego está Nick Hornby. De éste, hemos rescatado sus tres primeras novelas, que había publicado Ediciones B. Dos de ellas son Alta fidelidad y Fiebre en las gradas, un libro sobre música pop y otro sobre fútbol.

¿Cómo está la relación de Anagrama con Colombia?

Me gustaría que fuera como la que tenemos con México, Argentina y Chile. Con este país ha habido muchos desencuentros por los distribuidores. Ahora estamos con Intermedio. Con ellos, solo los dos últimos años se ha notado un empuje, una dedicación y un profesionalismo superior. Eso es importante, porque si la distribución es buena, la otra tarea es buscar autores locales para publicar al tiempo con España, para irradiarlos a Latinoamérica. Esto pasa con Sergio Pitol, Carlos MonsivaisJuan Villoro, en México; Ricardo Piglia y Alan Pauls, en Argentina; y Alejandro Zambra, un joven muy prometedor en Chile; en cambio, en Colombia, por este problema de la distribución, no podíamos captar autores. Confío en que eso se consolide para ir vinculando más escritores colombianos.

“… y el Nobel de Literatura es para Bargas Llosa”

Jueves, 7 de octubre, Academia Sueca, hora: 12:45…

Académico I: Definitivamente ni DeLillo, Tranströmer, Murakami, Roth o McCarthy tienen, en este momento, perfil de Nobel de Literatura.

Académico II: ¿Entonces quién?

Académico III: No hay más candidatos. Yo creo que este año deberíamos declararlo desierto.

Académico IV: No, eso lo hacen en el Premio Planeta o el Premio Bruguera.

Académico V: ¿Entonces?

Académico VI: Tengo hambre.

Académico VII: Te comparto el bocadillo que mi esposa me preparó esta mañana. Es de vegetales y queso.

Académico VII: Yo tengo vino.

Académico VIII: ¿Y si se lo damos póstumo a Jorge Luis Borges. Total,  si en el Oscar tienen una categoría para saldar deudas que se llama “A toda una vida”, nosotros por qué no podemos dar un Nobel literario en la categoría “A toda una muerte”?

Académico IX: ¡Ya sé! ¿Y si se lo entregamos a…? ¿Cómo se llama el escritor ecuatoriano o chileno que siempre es candidato?

Académico X: Peruano, querrás decir.

Académico XI: Vargas Llosa.

Académico XII: Sí, ese es el ganador. Vámonos que es hora de comer y hay que cerrar la Academia.

Académico XIII: Perdón, honorables académicos, ¿ese apellido se escribe con be o con uve?

’Epiléptico’

He terminado de leer, el pasado fin de semana (oct. 24), Epiléptico (2009), la novela gráfica firmada por David B, publicada por Ediciones Sinsentido. Una obra que, en 373 páginas, reúne los seis álbumes de La ascensión del gran mal, serie editada por la francesa L’Association entre 1996 y 2003.

Al finalizar de leer esta obra gigantesca del cómic novelado, hay que decir que me ha impresionado bastante. No solo por la forma en que David B. (Pierre-Francois Beauchard) cuenta la historia de su familia -un padre, una madre y tres hermanos- en Orleans (Francia), a través de la enfermedad de su hermano mayor, Jean-Christope, sino por el trazo, la sencillez y el sentido común, con los que el pequeño, luego adolescente y depués adulto, Pierre-Francois asume su condición de cronista dentro de los Beauchard.

Es una historia que a primera vista bien podría juzgarse de triste, pero en el fondo lo que destaca es el valor de la condición humana para hacerle frente a algo desconocido, como es la enfermedad. El protagonista no es Jean-Christope, ni Pierre y menos la disfunción patológica, o la familia Beauchard, no. El verdadero eje temático de esta historia es la batalla que enfrenta ese grupo de cinco personas para, primero, entender la epilepsia y luego intentar vencerla.

Y es ahí, precisamente, en la palabra batalla donde está la clave de esta novela gráfica. De pequeño, Pierre sueña con las historias que le cuentan papá y mamá en la cena. Él le narra historias de la Biblia y ella la conquista de México por Cortés o el Miguel Strogoff. Y el pequeño lo único que se imagina son combates, cuerpo a cuerpo, a caballo, con lanzas, con garrotes…

De esa misma manera, después de que Jean-Christope sufre el primer ataque y la epilepsia se manifiesta en él, comienza la batalla de los Beauchard. Esto los lleva a recorrer, como bien lo menciona Quim Pérez en el prólogo, la ciencia médica y el extrarradio de ésta: la macrobiótica, la videncia, el espiritismo, el vudú, los exorcistas, los gurús, las terapias alternativas y hasta los charlatanes.  Esos son los ejércitos que le hacen frente, pero que también, en últimas, se vuelven contra los Beauchard, en su dura y fuerte batalla.

Epiléptico también muestra el crecimiento de un niño de la mano de héroes, como Gengis Khan, o el descubrimiento que hace éste de hechos como las Primera y Segunda Guerra Mundial, la independencia en Argelia de Francia o la guerra de Indochina, todas de voces cercanas a él. Y tiene como hilo conductor el mundo paralelo que crea el pequeño en el jardín de sus casa, como si de un fuerte de la Legión Francesa en medio del desierto africano se tratase, donde se siente cómodo con sus fantasmas, que no son que otra cosa que compinches de sus fantasías. Un lugar donde la realidad y el miedo no pueden entrar. Ni siquiera la epilepsia.

Condorito, alcalde de Pelotillehue

Hoy decidí informarme de verdad. Quise pasar de leer las noticias de El PaísEl Mundo y dejarlas para los eternos lectores del PSOE y el PP, en España. Saltarme las de La Vanguardia y El Periódico, dirigidas para los republicanos y los nacionalistas de Catalunya.

Quise olvidarme un día del fútbol y no leer los diarios deportivos de Madrid (As y Marca), que alaban el “nuevo proyecto galáctico” de Florentino Pérez. Y menos mirar los ‘culés’ (SportMundo Deportivo), que todavía critican el gasto “excesivo” del equipo merengue para fichar a Cristiano Ronaldo.

Como les decía, queriendo informarme de verdad, encendí el computador -esta máquina que me (des)conecta con el mundo-. Y buscando otro tipo de noticias que no me hablaran de los “falsos positivos” y la “inseguridad democrática” que buscan la reelección en Colombia, la “democratización de Irán”, “la mano tendida de Obama hacia Cuba”, o “la búsqueda de las secta de artes marciales que dizque asesinó a David Carredine en Tailandia”, escribí en el buscador las tres ‘w’, pensé un poco…

… y luego anoté el nombre de un diario que me acompañó en mis lecturas de niño: El Hocicón.  Y terminé con el ya clásico, esta vez cacofónico, “com” que enredaba un poco la cosa. Sí, escribí www.elhocicon.com y vaya sorpresa, se abrió una página a manera de portada que me llevó al Pelotillehue de los clásicos de fútbol contra la localidad vecina de Buenas Peras. De esos partidos pintados en tonos naranjas, rojos y negros.

Pero como esto no se trata de fútbol sino de periodismo y de informarme de verdad de lo que pasa en otros lugares, el periódico fundado por René Ríos (Pepo), dentro de ese otro mundo que hace parte de la vida del pajarraco más famoso de Chile y que todavía cumple con con su eslogan “Diario pobre pero honrado”, y con el añadido de “Noticias de Pelotillehue y sólo algunas de Cumpeo y Buenas Peras”, desplega en toda su primera (y única página) la noticia del año, por encima de la posesión de Obama en La Casa Blanca,: “Condorito, alcalde”.

Sí, y al lado de la foto de este personaje, con su cresta roja en forma de fríjol, sus ojos grandes y pico largo, se puede leer el subtítulo “Condorito gana la alcaldía de Pelotillehue”. Y luego se desarrolla la información: “En un día histórico y sin precedentes, Condorito gana la alcaldía de Pelotillehue. Su novia Yayita y sus amigos Huevo Duro, Don Chuma, Garganta de Lata y Ungenio lo acompañarán el día de su posesión. La contienda electoral -prosigue la noticia- estuvo muy difícil, aunque el candidato opositor Pepe Cortisona se niega a admitir que fue vencido y en este momento realiza una huelga de hambre al frente a la Alcaldía”.

Termina esta primera página-única con dos llamadas, como se dice en lenguaje periodístico, a dos hechos que tampoco se pueden dejar pasar en el Macondo de Pepo: “Últimas noticias: murió El Roto Quesada”; y “Más noticias: Condorito despedido de El Pollo Farsante”, trabajaba como mesero”. Aquí está la portada en exclusiva para Desde la multitud:

Después de esto, por hoy, ya no quise saber de más noticias que van y vienen. Pero eso sí, me quedé con el sabor en la boca de un café, valga la redundancia, en el ‘Café El Insomnio’. Pensando qué sería de la ‘Funeraria Muérase hoy y pague mañana’. Y si la tan cacareada crisis afectó las finanzas del ‘Hotel Dos llegan, tres se van’. También extrañé tomarme una cerveza en un ‘Bar El Tufo’ lleno. Añoré caminar en calles rotas, mientras un cocodrilo trepaba por la ventana de una de las casas del pueblo. Y hasta guardé un minuto de silencio por la muerte de ‘El Roto Quesada’.

Sólo resta esperar que con la alcadía de Condorito, a diferencia de otras administraciones, nada cambie en Pelotillehue. Ese lugar que, de acuerdo con la traducción del vocablo indígena al castellano, significa “Ciudad de los Pelota”.