Así lo hicieron. Aunque eso solo se dio en la imaginación de los que seguimos este género fílmico, pues en la Sitges que vimos, todo era fiesta y cerveza. Hasta un grupillo rezagado de gente se animó a gritar: “Los muertos somos más… los muertos somos más”, mientras la marcha seguía su camino y el horror se desplazaba arrastrando los pasos. Uno a uno. Uno tras otro.
Una de las asistentes, la crítica de cine Magdalena Navarro, entre la nube de muertos hechos a punta de pintura blanca y sirope de chocolate, atinó a decir: “Lo que da miedo de los zombies, y que los diferencia de otras pesadillas, es que absolutamente cualquiera puede convertirse en uno de ellos. No importa cuán buena persona fue cuando estaba vivo, o lo mucho que quisiera a su madre; una vez vuelva de entre los muertos, lo único que querrá hacer es comérsela. De ahí el terror en el ojo del espectador”. De ahí que el género siga vivo en la pantalla grande.
Entre ellos, también estaba Bill Hinzman, asistente de cámara en la cinta original y director de fotografía en la versión de 1990. “Estar entre estos muertos es maravilloso”, comentó con su cara de Frankestein. Según Hinzman, Romero no pudo llegar por estar rodando, precisamente, en Canadá, un nuevo filme: The Island of the Living Dead. “Tuvo que cancelar su viaje a última hora. Es una lástima, porque se hubiera divertido más que cuando filmamos la primera versión”, agregó. Y razón tenía.
Luego, en esa misma playa, zombies y vivos gritaron –otra vez y más fuerte y cón más voces unidas-: “Los muertos somos más!”. Después el halo de muerte se incrementó con la música de los grupos españoles Motorzombis, Dulcamara, Eyaculación Post Mortem, Secret Army, Brioles y Los Tiki Phantoms.
Y aunque todo esto se planeó ese día, en la ciudad, para rendirle un homenaje -que pretendió salir del cementerio de Sitges, pero que el Ayuntamiento por respeto, no dejó-a Romero y su filme, al cumplirse 40 años del estreno, el cineasta no apareció. Quizás al miedo de verse rodeado de tanto espanto, venido desde todos los rincones de Europa, lo hizo desistir de la idea. A pesar de su ausencia, los muertos volvieron a salir de sus tumbas y, sin importar la caída, ese día, de las bolsas en las principales capitales del mundo, marcharon y demostraron que están muy vivos. Y su cine, mucho más. Descansen en paz, para que regresen a comer. Los estaremos esperando. Eso sí, sentados en una silla, en la oscuridad de una sala de cine, teniendo en mano la única arma que como espectadores tenemos para enfrentarlos: las palomitas de maíz.
Anexo: Recomendaciones para defenderse de un zombie. Recuerde que como estos seres ya están muertos, es difícil matarles. Por eso lo mejor es un golpe directo y fuerte a la cabeza, tipo dejarles caer un yunque u otro objeto pesado, que se las destripe y las deje como un sánduche. Si tiene una escopeta, revólver o pistola a mano, los expertos en este tipo de enfrentamiento recomiendan un disparo (varios, si es necesario) en la frente. Con eso dejaran de querer asestarle una mordida a su cerebro… otros prefieren chamuscarlos hasta convertirlos en cenizas. En usted está que no se dejé morder y convertirse en uno de ellos.
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Parece ser que George Romero sí que vino