Fantasmas amarillos en Sarrià*

El 5 de julio se cumplieron 30 años del partido Brasil-Italia, disputado en el demolido Estadio de Sarrià, durante el Mundial de España 1982. La maravillosa selección de Telé Santana era la favorita, pero la Azzurra de Bearzot convirtió el sueño de una gran generación de futbolistas en una pesadilla. El autor de esta crónica no estuvo en la grada pero lo vivió de una manera particular. Por el fútbol comenzó a escribir y del fútbol ha hecho una novela: Los fantasmas de Sarrià visten de chándal (Editorial Milenio) que habla de una Barcelona tan llena de fútbol y turismo como de soledades.

Cuando el árbitro israelí Abraham Klein sopló su silbato para dar comienzo al partido Brasil-Italia, por la segunda fase del campeonato Mundial de España 1982, ese 5 de julio, mi padre apretó con fuerza su santo de devoción: San Judas Tadeo. Luego besó la estatuilla pidiendo algo de ayuda celestial para la selección verdeamarelha, que de manera regular adoptaba como hincha, cada cuatro años, al no estar clasificada Colombia para el campeonato.

Lo miré aferrarse a la figura de cerámica, que se perdía entre sus manos en el mismo momento en que Zico tocó corto, adelante para Serginho, el Tango España 82 de Adidas. Eran las 17.15 en España. Las 10.15 en Colombia. La pantalla del viejo Sharp 20 pulgadas nos mostraba el partido en Palmira mientras casi cincuenta mil personas lo veían en la gradas del demolido Estadio de Sarrià. Dos carnavales se veían la cara en la ciudad: el de Venecia y el de Río de Janeiro. Los primeros habían llegado en aviones, barcos y coches propios. Los segundos, en su mayoría, desembarcaron en el puerto de Barcelona, después de 20 días de navegar en el Trasatlántico Federico C, desde Salvador de Bahía. En el campo, entre la General Mitre, la calle Ricardo Villa y la Doctor Fleming, dos selecciones distintas se enfrentaban para saber cuál avanzaría a las semifinales del torneo.

Una era la Italia de Enzo Bearzot, que pasó segunda en su grupo, tras lograr tres rácanos empates contra Perú, Polonia y Camerún. Y que había cerrado su actuación en el grupo A de Vigo y La Coruña con dos goles a favor y dos en contra. Vestidos en su azul Saboya y pantalón blanco, uniforme confeccionado por Le Coq Sportif, y revestidos en un Silenzio Stampa, los chicos de Bearzot seis días antes habían comenzado a cambiar su suerte, tras vencer 2-1 en ese grupo de tres selecciones, al campeón defensor, Argentina, con  Maradona incluido. Los goles de Cabrini y Conti hicieron que el mundo mirara de otra forma a Italia. Y que mi padre sacará del fondo del armario a San Judas Tadeo, “el santo patrón de las dificultades”.

*Artículo publicado en EL PERIÓDICO de Catalunya, domingo 1 de julio de 2012.
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