Una de espías (Mou: nosaltres t’estimem)

No entiendo porque los seguidores del F.C. Barcelona detestan a José Mourinho. No me explico la razón del odio de los culés hacia el técnico portugués. Deberían adorarlo, amarlo –sería un buen detalle llevar pancartas al próximo partido en el Camp Nou en la que se lean “Mou: nosaltres t’estimem” –. Y tampoco dejaría de lado planear construirle una estatua al lado de la fuente de Canaletes, donde acostumbran a celebrar los títulos y copas conseguidas por el Barça.

Sí, lo sé, estoy elucubrando. Y la razón es muy sencilla. Con su propuesta, estrategia y discurso, el entrenador lusitano al servicio del Real Madrid está logrando lo que todo fanático blaugrana ha soñado alguna vez: acabar de una vez por todas con el club blanco. Hacerlo explotar en mil pedazos. De una vez y para siempre.

Por eso, la actitud de Mourinho se me hace algo sospechosa. Más que un entrenador, lo veo como un agente infiltrado que el FCB logró meter dentro del Madrid. Un agente cuya única misión, con su comportamiento, es borrar parte de la historia del, según la FIFA, el mejor equipo de fútbol del siglo XX, para que sólo, en el XXI, reine el FCB en el mundo del balón.

Siguiendo los partidos Madrid-Barça con tranquilidad, dejando a un lado la furia y la pasión -soy hincha del Athletic Club y mi neutralidad entre merengues y catalanes me lo permite-, eso es lo único que explica el papel del entrenador durante este fin de temporada. Frases salidas de tono, quejas frente a las decisiones de los árbitros y un victimismo sin razón con un club que tiene a varios de los mejores futbolistas del planeta. Lo de espía infiltrado no es una idea al viento y las unidades investigativas de Marca, As y realmadrid.com deberían estar trabajando para desenmascararlo.

Fácil la tienen. Mourinho estuvo cuatro años en Barcelona (1996-2000) como miembro del cuerpo técnico del FCB. “Se amamantó de Masía”, como dicen por acá. Ahí nació todo. Su paso por el Porto, Chelsea e Inter, solo fue una manera de darle confianza al enemigo -el Madrid- para que lo contratara.Y es que en esta guerra que se han convertido los enfrentamientos Madrid-Barça o Barça-Madrid, con demandas de lado y lado, la idea de un topo para acabar con el otro equipo no es demasiado lejana. ¿Shakira vendría siendo la Mata Hari que se mueve, de bando en bando, llevando informes secretos a cada uno de los enfrentados?

Durante esos cuatro años a Mourinho lo adoctrinaron con ideología “gamperiana”. Entrenamientos duros, que ningún marine estadounidense o soldado de Her Majesty estaría capacitado para aguantar y ejecutar. Jornadas de solo comer pan amb tomàquet. Todo para construir esa personalidad que desborda el de Setúbal y que ni siquiera un interrogador en Guantánamo, por más que lo pudiera torturar, podría descifrar.

No hay más. A por las pruebas. El portugués es un infiltrado blaugrana que busca ejercer dentro del equipo blanco aquella manida frase: “para vencer a tu enemigo, únete a él y destrúyelo por dentro”. Pues eso. Ahí radica el modo de actuar del míster merengue. Lo tremendo del caso es que, a estas alturas, la contrainteligencia del Madrid no se haya dado cuenta del topo que tiene dentro del equipo. Hoy por hoy, el enemigo a vencer no es FCB. El topo al que hay que cortarle la cabeza es Mou, que en el fondo es más culé y blaugrana que Sandro Rosell, Xavi Hernández y Pep Guardiola juntos.

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