El dilema… de Martino

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“Fue un error de apreciación la tardía utilización de la palabra crisis”, dijo José Luis Rodríguez Zapatero, en una confesión autocrítica de su papel como presidente del gobierno español, que hizo durante la presentación de su libro a los medios, en Madrid.
En ese texto, El dilema (Planeta, 2013) que, a manera de memorias, repasa y revive sus años como jefe de Gobierno, Rodríguez Zapatero deja en claro que debió asumir con anterioridad el uso de esta palabra para tratar de resguardar la insalvable economía española. Aceptar ese término era comenzar a reconocer el mal. Y, como tal, formaría parte de su tratamiento. Cosa que no hizo y ya sabemos cómo estamos y cómo vamos. En fin…
Cito esto, porque después de ver jugar al Fútbol Club Barcelona contra el Ajax, partido de la Champions League que perdió 1-2, en el Ámsterdam Arena, y luego de la derrota 1-0 contra el Athletic de Bilbao, en el nuevo San Mamés, su entrenador, Gerardo Martino, está aún a tiempo de incluir esta palabra en su léxico y discurso de cara al pueblo culé: dirigentes, jugadores, socios, simpatizantes y hasta los turistas que sin saber de fútbol, lo primero que hacen, al llegar a Barcelona, es comprar la camiseta blaugrana como souvenir.
Líder sólido y mandamás de la Liga española, el Fútbol Club Barcelona está en crisis. Hay que reconocerlo. Lo está porque todos los citados anteriormente –hasta los turistas que sin saber de fútbol, lo primero que hacen, al llegar a Barcelona, es comprar la camiseta blaugrana como souvenir– quieren que el equipo de Martino juegue como el de Guardiola. Y no es posible. A pesar de tener casi los mismos jugadores y la misma columna vertebral: Valdes, Piqué, Xavi y Messi, el del míster argentino y el del míster catalán son dos conceptos distintos de poner en práctica sobre el campo. El FCB está en crisis porque su máxima estrella, Messi, está lesionado. Está en crisis, a pesar de Neymar y el resurgimiento de Álexis. El equipo que se autodenomina “más que un club” está en crisis, por eso mismo que dice ser: “más que un club”. El Barça está en crisis porque los equipos que ha entrenado el ‘Tata’ se paran y juegan muy distinto a los equipos del ‘Pep’. El dilema que tiene Martino es reconocer esto y dar vuelta de página a la época guardiolista e imponer su propio estilo en el Camp Nou. Sin embargo, quizás eso le cueste el puesto. De ahí el dilema.

Íngrid Betancourt no fue ninguna cagona

Tras su retención, en el 2002, y vuelta a la libertad, en julio pasado, Íngrid Betancourt se ha convertido en un personaje de reconocimiento mundial. No sería para menos, después de seis años de estar secuestrada en la selva por las Farc, la ciudadana mitad colombiana-mitad francesa ahora es un símbolo de la lucha contra este delito. 

Por eso va y viene. Desayuna croissant, junto a Sarcozy y Carla Bruni. Come un bocadillo de jamón de bellota, con Rodríguez Zapatero. Almuerza congrio a la chilena, con Michelle Bachelet. Toma la merienda, en Nueva York, con el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon; el menú es coreano: Kimchi (verduras fermentadas) y pasta de Doenjang con salsa de soja. Y, para terminar, cena con el papa Benedicto XVI, algo liviano, langostinos; y de postre, el favorito de Su Santidad, strudel de manzana. Es que, literalmente, al símbolo hay que alimentarlo.

La fama de Íngrid es tal, que la presidenta de Argentina, Cristina Fernández Kirchner, tras su visita en ese país, forzó en días pasados un encuentro de las dos con Madonna, que pasaba por allí. No hubo asado argentino ni chinchulines, pero la foto de la Presidenta, la cantante y el símbolo, dio la vuelta al planeta. Ingrid de nuevo en las primeras planas del mundo.

Sin embargo, todo este ir y venir, todo ese trabajo de relaciones públicas no le alcanzó a la ex candidata presidencial en Colombia para lograr el maximo reconocimiento que puede conseguir una figura mundial en Barcelona: ser uno de los treinta mil caganers (cagones sería la traducción al castellano) que se exhiben y venden este año en la Feria de Santa Lucía, frente a La Catedral de la Ciudad Condal.

 Sí. Fui a buscarla. Con un sentimiento que mezclaba la pena y el orgullo colombiano, pero no la encontré. En los estantes del local de caganers, vi que Hugo Chávez repetía, literalmente, cagada, pues el año pasado también estuvo; que Carla Bruni, a pesar de su imagen de primera dama francesa, es tan humana como usted o como yo; que Rafael Nadal hace tanta fuerza como la que emplea para vencer a Federer, que con razón Lula Da Silva es el presidente de “O pais mais grande do mundo”, que Rajoy y Zapatero hasta en esto puntean en la política española. Tampoco faltan ni la Familia Real ni el papa Benedicto XVI… pero Ingrid no estaba por ningún lado.

“Preguntan mucho por Fidel (Castro), pero por ella no”. Así respondió Marc, el artesano y vendedor, en su puesto de caganer, cuando le pregunté si tenía a Íngrid Betancourt entre sus tantas figuras de barro. “Habrá que hacerla para el próximo año -añadió mientras vendía por 15 euros a un Barack Obama que, sin mucho estreñimiento, también aquí pudo-. La figura como caganer del nuevo presidente de EE. UU. es la más vendida de la feria.  

Según la explicación de los expertos, esta escatológica tradición tiene su origen en el siglo XVIII. “Es una figura obligada en los belenes (pesebres), puesto que la gente decía que con su deposición abonaba la tierra y así la fertilizaba para el año siguiente. Colocar esta figura en el Belén, traía suerte y alegría, no hacerlo comportaba desventura”. Y ¿es que si la caca de Ingrid, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, Legión de Honor en el grado de Caballero de Francia, y hasta postulada al Premio Nobel de Paz, no sirve cómo abono, pues tampoco sirven la de Nadal, Fernando Alonso, o los jugadores del Barça.

“No”, respondió Marc, al ver que mi enojo y demanda podía crear un litigio internacional y llegar hasta el Tribunal de La Haya. “Te prometó que para el 2009 la tendremos… eso sí, si no la compran, pues la sacamos del mercado”, agregó. Entonces me fui tranquilo. Quizás Óscar Morales, el barranquillero creador en Facebook de ‘Un millón de voces contra las Farc’, podría hacer un llamamiento por ese medio para marchar bajo el lema ‘Un millón de voces para que Ingrid sea una cagona (caganer)’… eso seguramente que presionaría para tenerla en el puesto de Marc.

Caminé por la Avenida Catedral, rumbo a casa, tranquilo porque en el 2009 vamos a tener a Ingrid aquí. Me fui leyendo en mi mente lo que dirían los titulares de la prensa en Colombia, registrando la noticia como el triunfo de toda una nación. El Tiempo: “Ingrid, la primera ‘caganer’ colombiana”; El Espacio: “La mierda de Ingrid aterriza en Barcelona”; El Espectador: “Esperanza en la tierra catalana, gracias a las heces de Ingrid”; El Heraldo: “Comienza el Carnaval de Barranquilla”; El País (de Cali): “Ingrid hizo popó en Barcelona”; y El Gusano, la única revista que no tiene eslogan: “¡La cagó, Ingrid la cagó!”.

Allí, además de sus amigos, seguramente estarán Mariano Rajoy, líder del Partido Popular, y Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno español, con los brazos cruzados, y otra partes muy apretadas, para darle la bienvenida que merece. Mucha suerte a Ingrid, pero a la caganer.